¡Esta semana, serán nuestro producto estrella!

Parece ser que el odio antisemítico que se apoderó de la sociedad española tras el decreto de expulsión explica también la aparición del dicho. Siendo «cocer» y «habas» sinónimos respectivos de «tostar» y «judías» y estando por entonces a la orden del día la quema en la hoguera de marranos (judíos conversos que seguían practicando su religión en secreto). En su origen, el dicho evoluciona primero a la dificultad de encontrar una familia española integrada sólo por cristianos viejos; esto es, que carezca de ascendencia semítica. En definitiva, que 'todos tenemos algo que ocultar”'…En todas partes cuecen habas, y en la mía a calderadas.

Hay referencias de la Grecia clásica sobre el empleo de las habas - Podían consumirse crudas cuando estaban tiernas, con o sin sal, tostadas con sal cuando ya estaban secas, generalmente como aperitivo o excusa para beber abundante vino o cocidas con agua y sal y el concurso de alguna hortaliza como ajos o cebollas, dando origen a la “olla de Telémaco”-.

El romano Marco Gavio Apicio nos da noticia en el siglo I que se consumían tanto tiernos como secos, en forma de purés complejos o guisados denominados 'concicla'. Once siglos después tenemos versiones hispanoárabes de los guisos de habas (algunos aún populares actualmente). A finales del siglo XIV el Ménagier de Paris explica como se hacen las habas tiernas y las habas secas, o en el XXI, los estrellados y televisivos Karlos Arguiñano y Jordi Cruz.

Podemos decir por tanto, que las habas son un “plato de toda la vida”, y que son ingrediente fundamental de la dieta mediterránea. Contienen una buena cantidad de fibra, que ayuda a mejorar la salud intestinal. Son ideales para mantener a raya los niveles de colesterol LDL (el malo) en sangre. No podemos olvidar las habas como una fuente de minerales a tener en cuenta. Destaca su riqueza en hierro, esencial para el transporte de oxigeno. Su contenido en vitaminas del grupo B tiamina, indispensable para el correcto funcionamiento del sistema nervioso y para el metabolismo energético, o los folatos, esenciales para asegurar que no nos falte energía. Ricas también en vitamina A que nos ayuda a lucir una piel joven y radiante.

¿Cómo consumirlas? Con vaina bien tiernas, como si fueran judías verdes. Desgranadas son ideales para comerlas crudas en tortilla, rehogadas, cocidas al vapor, salteadas, en menestra, puré, humus, etc. Las más grandes suelen prepararse hervidas porque tienen la piel más dura y resultan deliciosas en potajes, sopas, purés, estofados…Si las combinas con hierbas aromáticas como el hinojo, la menta, el comino y otros, se evita padecer flatulencias al consumirlas.